Lo Que Enseñamos

Nuestro Dios

Jesús preguntó a sus seguidores: “¿Quién creen que soy yo?” Tu respuesta a esta pregunta determinará no solo tus valores y estilo de vida, sino también tu destino eterno.

¿QUÉ OPINAS DEL JESÚS DE LA BIBLIA?

¿Quién dices que es?

Jesús es Dios

Mientras Jesús estuvo en la tierra hubo mucha confusión acerca de quién era Él. Algunos pensaron que era un hombre sabio o un gran profeta. Otros pensaron que era un loco. Otros no pudieron decidir o no les importó. Pero Jesús dijo: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). Eso significa que afirmó ser nada menos que Dios en carne humana. Muchas personas hoy en día no entienden que Jesús afirmó ser Dios y solo lo consideran poco más que un gran maestro moral pero incluso Sus enemigos entendieron Sus pretensiones de deidad y justamente por eso trataron de apedrearlo hasta la muerte (Juan 5:18; 10:33) y finalmente lo crucificaron (Juan 19:7).

Jesús es Santo

Dios es absoluta y perfectamente Santo (Isaías 6:3), por lo tanto, no puede cometer ni aprobar el mal (Santiago 1:13). Como Dios, Jesús encarnó cada elemento del carácter de Dios. Colosenses 2:9 dice: “Pues en Cristo habita toda la plenitud de Dios en un cuerpo humano.”


Jesús era perfectamente Santo (Hebreos 4:15). Incluso Sus enemigos no pudieron probar ninguna acusación contra Él (Juan 8:46). Dios requiere santidad de nosotros también. Primera de Pedro 1:16 dice: “Sean santos porque yo soy Santo”.

Jesús es el Salvador

Nuestra falta de obediencia a Dios, de ser santos, nos pone en peligro del castigo eterno (2 Tesalonicenses 1:9). La verdad es que el hombre por sí mismo no puede obedecerle porque no tenemos ni el deseo ni la capacidad natural para hacerlo.

Somos por naturaleza rebeldes a Dios (Efesios 2:1-3). La Biblia llama a nuestra rebelión “pecado”.



Según las Escrituras, todos los hombres son culpables de pecado: “No hay hombre que no peque” (1 Reyes 8:46). “Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios.” (Romanos 3:23). Y somos incapaces de cambiar nuestra condición pecaminosa.



Esto no significa que seamos incapaces de realizar actos de bondad humana. Incluso podríamos estar involucrados en varias actividades religiosas o humanitarias. Pero somos totalmente incapaces de comprender, amar o agradar a Dios por nuestra cuenta. Como dicen las Escrituras,



“Nadie es justo—
ni siquiera uno.
Nadie es verdaderamente sabio;
nadie busca a Dios.
Todos se han apartado;
todos se han vuelto inútiles.
nadie hace el bien,
ni uno solo.” (Romanos 3:10-12).



La santidad y la justicia de Dios exigen que todo pecado sea castigado con la muerte: “El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4). Eso es difícil de entender para nosotros porque tendemos a evaluar el pecado en una escala relativa, asumiendo que algunos pecados son menos serios que otros. Sin embargo, la Biblia enseña que todos los actos de pecado son el resultado de pensamientos pecaminosos y malos deseos. Es por eso que simplemente cambiar nuestros patrones de comportamiento no puede resolver nuestro problema de pecado o eliminar sus consecuencias. Necesitamos ser cambiados internamente para que nuestros pensamientos y deseos sean santos. Jesús es el único que puede perdonarnos y transformarnos, liberándonos así del poder y de la pena del pecado: “¡En ningún otro hay salvación! Dios no ha dado otro nombre bajo el cielo por el cual podamos ser salvos.” (Hechos 4:12).



Aunque la justicia de Dios exige la muerte por el pecado, su amor ha provisto un Salvador, que pagó la pena y murió por los pecadores: “Cristo… murió por los pecados una vez por todas, el Justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18).La muerte de Cristo satisfizo las demandas de la justicia de Dios, capacitándolo así para perdonar y salvar a aquellos que ponen su fe en Él (Romanos 3:26). Juan 3:16 dice: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna”. Sólo Él es “nuestro gran Dios y Salvador” (Tito 2:13).



Jesús es el Señor

El pensamiento contemporáneo dice que el hombre es producto de la evolución. Pero la Biblia dice que fuimos creados por un Dios personal, para amar, servir y disfrutar de una comunión sin fin con Él.



El Nuevo Testamento revela que fue Jesús mismo quien creó todo (Juan 1:3; Colosenses 1:16). Por lo tanto, Él también posee y gobierna todo (Salmo 103:19). Eso significa que Él tiene autoridad sobre nuestras vidas y le debemos absoluta lealtad, obediencia y adoración.



Romanos 10:9 dice: “Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. Confesar a Jesús como Señor significa someterse humildemente a Su autoridad (Filipenses 2:10-11). Creer que Dios lo resucitó de entre los muertos implica confiar en el hecho histórico de Su resurrección, el pináculo de la fe cristiana y la forma en que el Padre afirmó la deidad y la autoridad del Hijo (Romanos 1: 4; Hechos 17: 30-31) .



La verdadera fe siempre va acompañada del arrepentimiento del pecado. El arrepentimiento es más que simplemente estar arrepentido por el pecado. Es estar de acuerdo con Dios en que eres pecador, confesarle tus pecados y tomar una decisión consciente de alejarte del pecado y buscar la santidad (Isaías 55:7). Jesús dijo: “Si me aman, guarden mis mandamientos” (Juan 14:15); y “Ustedes soi verdaderamente mis discípulos si permanecen fieles a mis enseñanzas” (Juan 8:31).



Jesús es el juez

Todos los que rechazan a Jesús como su Señor y Salvador un día lo enfrentarán como su Juez: “En la antigüedad Dios pasó por alto la ignorancia de la gente acerca de estas cosas, pero ahora él manda que todo el mundo en todas partes se arrepienta de sus pecados y vuelva a él. Pues él ha fijado un día para juzgar al mundo con justicia por el hombre que él ha designado, y les demostró a todos quién es ese hombre al levantarlo de los muertos” (Hechos 17:30-31).



2 Tesalonicenses 1:7-9 dice: “Y Dios les brindará descanso a ustedes que están siendo perseguidos y también a nosotros cuando el Señor Jesús aparezca desde el cielo. Él vendrá con sus ángeles poderosos, en llamas de fuego, y traerá juicio sobre los que no conocen a Dios y sobre los que se niegan a obedecer la Buena Noticia de nuestro Señor Jesús. Serán castigados con destrucción eterna, separados para siempre del Señor y de su glorioso poder.”



¿Cómo responderás?

Volvamos a la pregunta de Jesús: “¿Quién piensas que soy yo?”

La respuesta es que Jesús es el Dios viviente, el Santo, el Salvador, el Señor soberano y el Juez justo.



¿Quién dices que es Jesús?

Esa es la pregunta ineludible. Sólo Él puede redimirte, liberarte del poder y la pena del pecado. Solo Él puede transformarte, restaurarte a la comunión con Dios y darle a tu vida un propósito eterno.


¿Te arrepentirás y creerás en Jesucristo como tu Señor y Salvador?



Nuestra misión

Que los perdidos sean salvos,
Que los salvos maduren,
Que los maduros se multipliquen,
¡Todo para la gloria de Dios!


Todo para la gloria de Dios...


Deseamos hacer discípulos de Jesucristo que obedezcan sus mandamientos mientras adoran a Cristo, caminan con Cristo y trabajan para Cristo (1 Juan 2:4- 6).


Es nuestra esperanza que, como discípulos de Jesucristo, crezcamos hasta la madurez para asumir la responsabilidad de cuidarnos unos a otros en el contexto de relaciones amorosas y ministerio mutuo dentro de la iglesia local, en lugar de permitir que uno o unos pocos pastores carguen con toda la responsabilidad por el ministerio (Efesios 4:11-12).No se trata de que uno o un pequeño número de pastores tengan la responsabilidad total de cuidar a toda la congregación, sino que se trata de que todos los discípulos usen sus dones espirituales dados por Dios para brindar un ministerio mutuo en el contexto de una iglesia local vibrante y fuerte.


Comunidad Calvary ofrece una variedad de oportunidades para que cada discípulo crezca en su relación con Jesucristo y se conecte con los demás. Estas oportunidades incluyen servicios de adoración dinámicos de fin de semana, grupos pequeños y actividades de compañerismo.


Nuestra Doctrina

Dios

Creemos en el único Dios verdadero (Juan 17:3), el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Mateo 28:19-20). Él creó todas las cosas (Apocalipsis 4:11) y sustenta todas las cosas con la Palabra de Su poder (Hebreos 1:3). En Él vivimos, nos movemos y existimos (Hechos 17:28). Él es un Dios de verdad y sin iniquidad, Él es justo y recto (Deuteronomio 32:4) y Él juzgará al mundo (Salmo 9:8).


Creemos que la Deidad existe eternamente en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Estos tres son un solo Dios, teniendo precisamente la misma naturaleza, atributos y perfecciones, y son dignos precisamente del mismo homenaje, confianza y obediencia (Marcos 12:29; Juan 1:1-4; Mateo 28:19-20; Hechos 4 :3-4).



Jesucristo

Creemos en la deidad total del Señor Jesucristo. Creemos que Él es la manifestación de Dios en la carne. Creemos que fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la virgen María. Creemos que Él es verdadero Dios y verdadero hombre (Juan 1:1, 1:14, 1:18; Juan 14:8-9; 1 Timoteo 3:16).



Espíritu Santo

Creemos en la deidad total del Espíritu Santo y que Su ministerio es glorificar al Señor Jesucristo (Juan 16:14). El Espíritu Santo regenera al pecador al creer en Cristo, bautizando al creyente en un cuerpo del cual Cristo es la cabeza. El Espíritu Santo mora, guía, instruye, llena, consuela y capacita al creyente para vivir piadosamente (Marcos 13:11; Juan 14:26; Juan 16:13; Romanos 5:5; 1 Corintios 3:16). El Espíritu Santo convence al mundo de pecado, de la justicia de Dios y del juicio venidero (Juan 16:8-11).



Escrituras

Creemos que las Escrituras del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento están inspiradas por Dios y son infalibles en sus escritos originales. Creemos que las Escrituras son la revelación suficiente de Dios y por lo tanto llevan la autoridad de Dios para el bienestar total de la humanidad (Salmo 119:97-104; Salmo 119:160; Mateo 5:18; Juan 5:46- 47; Juan 10:35 ; 2 Timoteo 3:15-16).



Hombre

Creemos que el hombre fue creado en inocencia bajo la ley de su Hacedor pero, al transgredir voluntariamente, cayó de su estado feliz y sin pecado. En consecuencia, toda la humanidad es pecadora. Todas las personas son pecadoras no solo por herencia, sino por su propia elección y por lo tanto están bajo justa condenación sin defensa o excusa. Creemos que sin excepción todo hombre y toda mujer es totalmente depravado y necesita un Salvador (Génesis 3:1-6; Romanos 3:10-19; Romanos 1:18, Romanos 1:32; Romanos 5:1-2).



Salvación

Creemos que el Señor Jesucristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, como sacrificio representativo y sustitutivo. Creemos que cada persona que cree es justificada sobre la base de la sangre derramada de Jesucristo en la cruz. Cada persona que cree en Cristo nace de nuevo del Espíritu Santo y, por lo tanto, se vuelve eternamente seguro como hijo de Dios. Creemos que el Espíritu Santo bautiza a cada creyente en el cuerpo de Cristo en el momento de la salvación y que no hay un segundo bautismo del Espíritu Santo (Romanos 8:37-39; 2 Corintios 5:21; 1 Corintios 12:13) .


Resurrección

Creemos en la resurrección del cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, Su ascensión al cielo y Su vida presente por nosotros como Sumo Sacerdote y Abogado (Hechos 1:3; Hechos 1:9; Hebreos 7:25-26).


El cielo, el infierno y el regreso de Cristo

Creemos en la “ esperanza bienaventurada ”: el regreso personal del Señor Jesucristo. Su regreso tiene una importancia vital en la vida personal y el servicio del creyente (1 Tesalonicenses 4:13-18). Creemos en la resurrección corporal tanto de los salvos como de los perdidos. Los salvos son resucitados a la bienaventuranza eterna y consciente en el cielo (Mateo 25:34; Juan 14:2; 2 Corintios 5:1; Apocalipsis 2:7); los perdidos son resucitados a la destrucción eterna en el infierno. (Mateo 8:11; Mateo 10:28; Mateo 13:49-50; Marcos 9:47-48; Lucas 12:5; Apocalipsis 21:8).



Iglesia

Al creer en Jesucristo como Salvador, el creyente se convierte en parte de Su cuerpo, que es la iglesia. Hay una iglesia universal, compuesta por todos aquellos en todo el mundo que reconocen a Jesucristo como Salvador y Señor.


Las Escrituras ordenan a los creyentes reunirse para dedicarse a la adoración, la oración, la enseñanza de la Palabra, la observancia de las ordenanzas (el bautismo y la cena del Señor), el compañerismo, el servicio al cuerpo a través del desarrollo y uso de talentos y dones, y alcanzar al mundo en cumplimiento del mandato de Cristo de hacer discípulos a todos los creyentes (Efesios 5:23; Romanos 12:1; Hechos 2:42-46; 1 Corintios 14:26; Mateo 28:18-20).


Dondequiera que el pueblo de Dios se reúna regularmente en obediencia a este mandato, está la expresión local de la iglesia, bajo la supervisión de los ancianos y otros líderes de apoyo. Los miembros de la iglesia deben trabajar juntos en amor y unidad, decididos al propósito final de glorificar a Cristo (Efesios 4:16).:16).


Misiones

Al darnos cuenta de que la causa de Cristo se extiende más allá de cualquier comunidad local, nos comprometemos a un ministerio continuo de extender el llamado de Cristo para hacer discípulos en todo el mundo (Mateo 28:19-20).


Nuestros pilares

Predicación sin disculpas, expositiva y aplicativa.

Proclamaremos sin miedo la verdad acerca de Dios y Su Evangelio al predicar las Escrituras en contexto con una dependencia en el Espíritu Santo para traer un cambio de vida eterna. (II Timoteo 4:1-5, Hebreos 4:12, I Corintios 2:1-5)


Oración Sin cesar, dependiente y expectante.

Buscaremos al Señor, Su voluntad y Su camino con corazones humildes ante Él y confiados en Su plan. (Salmo 86:1, Efesios 6:18, Santiago 5:16)


Adoración sin pena, Espíritu y Verdad.

Uniremos nuestras voces y vidas con adoradores de toda tribu, lengua y pueblo para exaltar a Jesucristo, respondiendo a Su nombre inigualable. (Marcos 12:30, Juan 4:23-24, Juan 12:32)


Hacer discípulos intencionalmente y en comunidad.

Nos entregaremos sin reservas a la multiplicación y maduración de discípulos de Jesús en la búsqueda conjunta de la semejanza a Cristo. (Mateo 28:18-20, Efesios 4:11-16, Hechos 2:42-47, Romanos 12:3-8)


Discipulado

¡Comunidad Calvary es una iglesia apasionada por el discipulado! Nuestro enfoque no es la cantidad de discípulos... ¡sino la calidad de los discipulos! Es nuestra esperanza como discípulos de Jesucristo, que crezcamos hasta la madurez y seamos semejantes a nuestro Señor.


Primero, un discípulo es una persona que adora a Cristo.

Para adorar a Cristo, debes conocer a Jesús y confiar en Él como tu única esperanza de salvación. Las personas que adoran a Cristo tendrán el deseo de conectarse con Dios y con otros que lo aman. Todo discípulo de Jesucristo lo adorará en todos los aspectos de su vida (Romanos 12:1-2). Nuestro servicio de fin de semana brinda una gran oportunidad para adorar corporativamente con otros discípulos a través de la predicación de la Palabra de Dios, el dar, el cantar, la oración y el compañerismo.


Segundo, un Discípulo es una persona que Camina con Cristo.

Una vez que las personas comienzan a adorar a Cristo, se dan cuenta de su necesidad de caminar con Cristo y se comprometen con el crecimiento y la madurez espiritual. El mejor lugar para que esto suceda es en el contexto de los grupos pequeños. En un grupo pequeño desarrollarás relaciones significativas con otras personas que pueden animarte y desafiarte a aplicar consistentemente las verdades de la Palabra de Dios en cada área de tu vida (Efesios 5:1-20).


Tercero, un Discípulo es una persona que Trabaja para Cristo.

Cuando las personas caminan con Cristo, desean trabajar para Cristo contribuyendo con sus dones y habilidades a la edificación de la iglesia. Habrá muchas oportunidades para que usted sirva en Comunidad Calvary. Creemos que los discípulos de Jesús deben ministrarse unos a otros en la iglesia local, en lugar de uno o un pequeño número de pastores profesionales que asuman la responsabilidad total de cuidar de toda la congregación. Dios ha dado dones espirituales a todo Su pueblo para que trabajen para Él en el contexto de una iglesia local saludable (Efesios 4:11-12).


Sin embargo, un discípulo que trabaja para Cristo en la iglesia también debe trabajar para Cristo fuera de la iglesia. La mejor manera en que esto puede llevarse a cabo es a través del evangelismo. Comunidad Calvary cree que cada miembro del cuerpo está llamado al ministerio de tiempo completo en su esfera de influencia (familia, trabajo, escuela, vecindario, pasatiempos, etc.). Cada parte de la vida de un cristiano es una oportunidad para trabajar por Cristo y su gloria (1 Corintios 10.33; Mateo 5:13-16).


Gobierno de la Iglesia

Comunidad Calvary está comprometida con la enseñanza bíblica de que los hombres que ocupan los cargos de anciano y diácono deben supervisar varias funciones de la iglesia local.


Las responsabilidades principales de los ancianos

Doctrina: Asegurar que la doctrina de la iglesia sea bíblica; todas las cuestiones doctrinales en la iglesia serán resueltas por la Junta de Ancianos;


Dirección: Asegurar que la dirección de la iglesia sea consistente con la declaración de propósito de Comunidad Calvary y nuestros cuatro pilares.


Disciplina: Administrar con amor y humildad el proceso de disciplina de la iglesia como se describe en Mateo 18:15-20; Gálatas 6:1-4; Tito 3:10; 2 Tesalonicenses 3:14-15; 1 Timoteo 5:17-25; 1 Corintios 5; 2 Corintios 2:5-11 y Romanos 16:17.


Pluralidad de Ancianos

Las Escrituras enseñan que una pluralidad de ancianos gobernaba las iglesias individuales del Nuevo Testamento (Hechos 14:23; Hechos 20:28; Tito 1:5; Filipenses 1:1). La Escritura no menciona ninguna congregación que presente un pastor y líder independiente. Una pluralidad de ancianos piadosos, ejerciendo sus dones individuales, cuadra con la enseñanza de las Escrituras de que la sabiduría se encuentra en una multitud de consejeros piadosos (Proverbios 11:4; Proverbios 12:15; Proverbios 15:22; Proverbios 19:20; Proverbios 24: 6).


Diáconos

La Biblia enseña que los diáconos “dirigen sirviendo” (Hechos 6). Las calificaciones para Ancianos y Diáconos son las mismas con respecto al carácter de un individuo, pero difieren en aptitud. Los ancianos deben ser “aptos para enseñar”, mientras que los diáconos deben ser “capaces y probados como siervos”.